Hoy una nueva entrada para mostraros una nueva y diminuta flor, se trata de la Nomeolvides, cuyo diámetro no excede a un centímetro en la naturaleza y así he querido copiarla, podéis comparar con el tamaño de mi mano.
La mayor dificultad es conseguir darle forma y afinarla antes de que se seque la pasta de goma y el calor de este verano no ayuda demasiado. Para el alambrado he utilizado hilo de metal finísimo recubierto con cinta de floristería que previamente he recortado haciendo tres tiras del ancho que tiene normalmente para conseguir que el alambrado no fuera grueso.
La ventaja es que puede montarse al poco rato de terminar las flores, ya que al ser tan pequeñas secan rápidamente y aguantan el montaje.
Por curiosidad, mientras escribía esta entrada, he pesado el ramito y escasamente pesa 4 gramos, he tenido que pesarlo varias veces para comprobar que el peso era totalmente real ya que no parece posible, pero así es. Un total de nueve florecitas , tres botoncitos y dos hojitas. Curioso, ¿no?
Existen diferentes leyendas acerca de esta flor que dan origen a su nombre, aquí os dejo un poema de Juan Eugenio Harzenbusch que también quiso recordarla en la poesía castellana.
Por la orilla de un torrente
Dos esposos paseaban
El día que se juraron
Cariño eterno en las aras.
En silencio pudibundo,
La amorosa desposada
El dulce desasosiego
Del pecho disimulaba.
Una flor azul celeste
Vio flotar sobre las aguas,
Y con un tierno suspiro
Dijo entre sí estas palabras:
«¡Flor infeliz! de una vida
Que ser no pudiera larga,
Bien temprano te despojan
Esas olas inhumanas.»
No pronunció en voz tan débil
Esta exclamación aciaga,
Que no la oyera el que vive
Anhelante de agradarla;
Y sin tomar más consejo
Que aquél que su amor le daba,
Tras la mata que fluctúa
En el torrente se lanza.
Pero ¡ay! que las recias olas
Al triste mancebo arrastran,
Y en un momento le llevan
Muy lejos de su adorada,
Que de susto y de congoja
Vacila al mover las plantas.
Ya en la desigual pelea
Fuerzas al náufrago faltan,
Cuando cerca de la margen
En un remanso se para,
Donde la flor se detiene
Y parece que le aguarda.
Hace un esfuerzo y la coge,
Y arrójasela a su amada;
Y ella, creyéndole salvo,
Los tiernos brazos le alarga.
¡En vano! que el agua quieta.
Profunda sima ocultaba,
Que tira a su centro al joven
Cual si cadenas le echara;
Y al hundirse en el abismo
Que rugiendo se lo traga,
El desdichado exclamó:
«Querida esposa del alma:
Para siempre de tu lado
El destino me separa;
No me olvides; ten memoria
Del que tanto te adoraba.»
Este trágico suceso,
Divulgado por la fama,
Dar hizo a la florecilla,
Origen de la desgracia,
El nombre de no me olvides,
Y no me olvides se llama.
Que preciosidad, te ha quedado estupendo el ramito. Besos
ResponderEliminarPreciosas!!! Qué paciencia!
ResponderEliminarQué bonitas...te han quedado genial!!!
ResponderEliminarUn beso
Paloma
www.chocolatmalaga.blogsot.com
que bonitas!!! te han quedado muy bien!!!
ResponderEliminarUn beso
Paloma
www.chocolatmalaga.blogsot.com
Que bonita, y que fragil!
ResponderEliminarLa poesia me ha gustado muchisimo
Besos
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